El condicionamiento en la infancia
La responsabilidad de ser padre y madre es muy grande a todos los niveles, pero hay algo que si no me doy cuenta es lo que más daño hace a esa personita a largo plazo: “no dejarle ser quien en realidad es.”
Parece algo muy cotidiano, veo todos los días a muchas personas con sus hij@s, paseando, comprando, llevándoles al cole… Y sin embargo para mi es uno de los trabajos más difíciles de hacer: El de ser padre consciente.
No tuve conciencia de la gran responsabilidad que conllevaba ser Padre, hasta que en un momento dado comencé a trabajar sobre mí mismo y me empecé a dar cuenta de la importancia de darles una educación “sana”.
Yo soy padre de una maravilla de Ser, un milagro de persona, alguien que ha venido a ser única con su esencia… y he metido la pata muchas veces con ella (y lo sigo haciendo).
Nadie sabe ser padre/madre, eso es cierto, nadie te enseña realmente… pero eso tampoco debe ser una excusa. En mi caso creía que el tema aquí era el de cuidar, proteger y “educar”. Y sobre todo que la educación consistía en darle una formación intelectual y unos valores morales.
Pero claro, esa es la forma de educar que tenemos en occidente y la que yo y otr@s tant@s aprendimos a hacer.
Cuando la vida se te pone patas arriba y tienes una crisis existencial, buscas respuestas. Yo me topé directamente con Antonio Blay que decía:
“La mejor educación que le puedes dar a tu hij@
es autorrealizarte TU.”
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La autorrealización.
Esa fue la respuesta de Antonio en un curso a alguien que preguntaba: “¿Cúal es la mejor educación para mis hijos: Freinet, Montessori, Steiner…?”
Este hombre era muy conciso en las respuestas y hacía muchas veces que la mente de la persona se quedara sin respuesta.
La autorrealización consiste básicamente en darse cuenta de quien es uno, detrás del error en el que se vive. Y de esta forma poder vivir de manera auténtica… siendo más yo mism@
La conclusión aquí es que si yo no se quien soy… ¿Cómo puedo ayudar a alguien a saber quien es? No tendré capacidad de hacer ese trabajo de manera sana.
Precisamente a este concepto se refería Jesús cuando decía la famosa frase de:
¿Cómo va a ayudar un ciego a otro ciego…?
Ambos terminarán en el barranco.
Lo que ocurre es que si yo tengo una forma de ver la vida y actúo en consecuencia con esa forma, voy a educar con mi ejemplo. Si yo le digo a mi hija gritando: “¡No grites!”, ¿que le estoy enseñando en realidad?
Los hijos aprenden por imitación, no por lo que les cuente con la boca. Por eso, si por ejemplo yo no me valoro a mi mismo, no vale de nada que le diga a mi hija que ella debe valorarse.
Los hijos se dan cuenta de los patrones de padres y madres y los imitan.
Hay muchas herramientas de autoconocimiento con las que se pretende que la persona se de cuenta de patrones (condicionamientos mentales) para poder verlos y así dejar de transmitirlos.
Es indispensable que la persona haga ese trabajo personal para ser más plen@ y sobre todo por la gran responsabilidad que conlleva ese trabajo con los hijos.
Cada vez estoy más de acuerdo que el trabajo de los padres y madres es el siguiente, en este orden:
- Permitirles y ayudarles a SER quienes han venido a ser.
- Transmitir unos valores sociales sanos.
- Transmitir un legado cultural.
Pero como decía Antonio Blay, en nuestra sociedad se invierten estos valores y además se elimina totalmente el más importante, quedando así:
- Transmitir un legado cultural
- Transmitir algunos valores sociales
Si nos damos cuenta, se suprime totalmente el de “Permitirles y ayudarles a SER quienes han venido a ser” y por esa razón dejan de ser ell@s mism@s.
Esto ocasiona mucha frustración, rabia o amargura (dependiendo del tipo de persona que sea la que viva la situación).
El condicionamiento.
Un ser humano que viene al mundo tiene su propio diseño, ser fiel a este diseño le dará plenitud. Pero la cuestión es que el condicionamiento que recibe desde que nace es bestial y el cerebro funciona como un ordenador que memoriza cada experiencia propia que vive.
En todos los sentidos, a cada lugar que vaya, con las personas que esté… está siendo impactado por energías de todo tipo (físicas, mentales, emocionales…)
Pero sin lugar a dudas, el periodo más importante y el que más se le quedará grabado a fuego es el del nacimiento hasta los 7 años de edad.
En este periodo, la persona será condicionada (para bien o para mal) y ese condicionamiento le durará el resto de su vida… Sus patrones mentales se adaptarán a lo que el niño aprenda de esos condicionamientos. Además ese condicionamiento es inevitable.
Lo que si es cierto es que no es mismo la forma en que se produce el condicionamiento. Por ejemplo, cuando un niñ@ comete un error, rompe algo…, pueden pasar dos cosas:
- Los educadores le regañan haciéndole creer que lo que hace es algo malo (ya depende de la intensidad de la reacción) eso le crea inseguridad y una idea de yo no valgo / no soy aceptad@.
- Los educadores le corrijan desde otra perspectiva, no pasa nada malo cuando comete un error ya que eso no le crea inseguridad, si no más bien el sentimiento de “me aceptan”
Y claro, para estar presente y consciente de esta situación que puede ocurrir en 10 segundos los educadores han de estar presentes y conscientes…y saber todo esto que cuento.
Por no hablar de las frases asociadas que se dicen a veces, totalmente inconscientemente: “¡Que torpe eres…! ¡Que malo eres…!. Lo que produce un condicionamiento negativo bestial al niñ@ que viniendo de los padres (quienes lo aman) cree esa afirmación y lo mete en su mente sin filtrarlo… y cree toda su vida que es torpe o malo… y actúa en consecuencia con esa creencia.
Tus hijos no son tus hijos.
Como reflexión comparto un texto del gran poeta Khalil Gibran respecto a los hij@s.
«Tus hijos no son tus hijos
Son hijos e hijas de la vida deseosa de sí misma.
No vienen de ti, sino a través de ti y aunque estén contigo no te pertenecen.
Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos,
Pues ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes hospedar sus cuerpos, pero no sus almas,
Porque ellas viven en la casa del mañana, que no puedes visitar ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos, pero no procures hacerlos semejantes a ti
porque la vida no retrocede, ni se detiene en el ayer.
Tú eres el arco del cual tus hijos, como flechas vivas, son lanzados (…).
Deja que la inclinación en tu mano de arquero sea hacia la felicidad”.