Nadie puede hacerte infeliz
Quizás te sorprenda esta afirmación y lejos de parecer falsa es completamente cierta… Te propongo que hagas como con todo lo que hay en esta página: no te lo creas, ¡compruebalo!
La cosa funciona de la siguiente manera: Nadie realmente tiene tanto poder. Lo que pasa es que a veces por ignorancia cedo mi poder inconscientemente y otras veces por comodidad (también llamada irresponsabilidad) lo pierdo y es entonces cuando empiezan los problemas si realmente no se como van las reglas del «juego».
Cuando me doy cuenta de que la felicidad es un estado «mental» y que depende directamente de mi y de nada ni nadie externo, me libero de más de uno, de dos y de tres sufrimientos.
La responsabilidad.
De nuevo sale a relucir el concepto de la responsabilidad: eso a lo que muchas personas temen… porque sin hacer uso de ella puede quejarse y echarle la culpa a alguien o algo. Es algo aprendido en la infancia y de mayor a veces perpetuado. Y así me luce el pelo cuando no lo cambio… sigo sin crecer, siendo como tant@s niñ@s irresponsables y a la vez sufridores.
De nuestros primeros años quizás nos suene esta escena: Estoy jugando y de pronto tropiezo, me golpeo con una mesa que hay cerca y empiezo a llorar. De pronto alguna persona mayor (que no madura) está vigilándome y comienza a golpear la mesa, diciendo: «Mesa mala, mesa mala… le ha hecho pupa a mi niñ@…»
En este momento se crea un engrama mental de que la mesa es culpable de mi caída y mi dolor… y lo peor es que a la vez me he librado de asumir mi propia responsabilidad. Si asumo que he tropezado y me he caído, la próxima vez tendré mas cuidado… así puedo aprender de manera SANA.
Cuando no la asumo, no hay aprendizaje ni conciencia para mi… ¡que malos son los demás!
L@s niñ@s grandes.
Hay personas que siguen con esta programación mental, sin querer sustituirla, y hacen responsables a tod@s l@s demás de las cosas que les ocurren y de lo infelices que son.
Por eso vuelvo al principio:
«Nadie ni nada externo tiene el poder de hacerme infeliz»
Es lo que yo me cuento de lo que pasa, lo que me hace «ser infeliz» porque como he explicado antes no asumo la responsabilidad de mi vida y la dejo en manos de otr@s y además ¡encima me quejo!
Y lo gracioso es que hay más. Hay una segunda parte que quizás es incluso más dura de digerir para según que persona:
«Nadie puede hacerme feliz».
De la misma forma que nadie es tan poderos@ para hacerme infeliz, tampoco existe la persona con el poder de hacerme Feliz… ¡Vaya putada!
Cuando soy consciente de esto, puedo dejar de buscar el «amor» colgándome de una y de otra persona buscando que alguna sea como yo quiero, me trate como yo quiero y me haga feliz… es decir, que cumpla todas mis expectativas para que yo siga sin hacer uso de mi responsabilidad. Si me doy cuenta de ello con claridad, en ese momento tengo la oportunidad de empezar a hacerme feliz a mi mism@
Y yo me pregunto en voz alta: ¿realmente quiero que alguien me haga feliz? o ¿tal vez quiero dejar de sufrir de una vez por todas?
El cambio está en mi mano o mejor dicho, está en mi mente… y nadie puede hacerlo excepto yo.
Es solo darme cuenta y hacerlo, no hay más. Aunque para conocerme en profundidad y sin engaños hace falta ser un observador de mis patrones mentales y ayuda mucho acelerar el proceso con alguna herramienta de autoconocimiento que me ayude a entender como soy.
No lo dudes… aunque te propongo que lo pongas a prueba 🙂