El día a día suele ser para la mayoría de las personas un vivir en estado “automático”. Me levanto de la cama, voy a asearme, me visto, desayuno, voy al trabajo… Normalmente entro en un estado de enajenación mental en el que no me doy cuenta de que soy un autómata.
Hay un concepto que muchas personas consideran que es la meta del ser humano. Parece que si se llega a alcanzar, nuestra vida será infinitamente feliz e incluso podremos crear en ella todas y cada una de las situaciones que deseemos vivir. Se conoce como “Despertar”.
Hay momentos en los que tal vez una persona se da cuenta de que la vida que tiene, no le satisface, no le llena…no le encuentra sentido a levantarse por la mañana o incluso que los días van pasando sin pena ni gloria.
La responsabilidad de ser padre y madre es muy grande a todos los niveles, pero hay algo que si no me doy cuenta es lo que más daño hace a esa personita a largo plazo: “no dejarle ser quien en realidad es.”
Parece que Shakespeare ya sabía por donde iban los tiros del Diseño humano, al menos eso es lo que me pareció cuando escuché la primera frase de su famoso monólogo.
En un mundo neurótico como en el que vivimos está a la orden del día compararnos a todas horas con tod@s y con Tod@, para comprobar de esta manera si “somos correct@s” o normales.
Como he dejado claro desde el principio en esta página “Somos seres espirituales viviendo una experiencia terrenal”. Pero hoy voy a hablar de nuestro origen en el mundo de la forma, la materia.
Quizás te sorprenda esta afirmación y lejos de parecer falsa es completamente cierta… Te propongo que hagas como con todo lo que hay en esta página: no te lo creas, ¡compruebalo!
Cada persona tiene una forma única de convertirse en mariposa: de hacer una metamorfosis, una transformación. Se trata de un cambio evolutivo de conciencia: soltar lo viejo que ya no vale y coger lo nuevo para SER.
Es bastante obvio que con las experiencias que vivo adquiero sabiduría. Pero es mucho más importante para mi a niveles profundos, cómo vivo esa experiencia que lo que realmente sucede en ella.
No hay dos rosas iguales, ni tampoco hay dos olas del mar exactamente iguales… De la misma forma no hay dos seres humanos idénticos ni en su forma, ni en su fondo.
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